Muy poco después de la visita del vicepresidente norteamericano Mike Pence al país con el objetivo de mejorar las relaciones bilaterales y de esa manera favorecer el desarrollo político y económico de ambos países, nos encontramos ante una medida unilateral de fuerte proteccionismo económico desde el gobierno de Trump.
La medida se trata de imponer aranceles de importación de entre 50 y 64 por ciento al biodiésel argentino debido básicamente a la necesidad del gobierno norteamericano de incentivar la producción en el mercado interno, generar puestos de trabajo y frenar la competencia internacional. Todo esto para paliar con las fuertes críticas y desaprobaciones a las medidas de política externa y de seguridad interna que viene tomando Trump desde que ascendió al gobierno.
El daño en la producción argentina de biodiésel y en la cosecha de soja puede ser severo en la medida que nuestro país no encuentre un mercado alternativo, de allí que es relevante lo que la Unión Europea decida respecto al comercio con nuestro país.
Si disminuye la producción de biodiesel el impacto se sentirá en las fábricas instaladas en Santa Fe y a nivel de fuerza laboral industrial en Córdoba, ya que unos 90 establecimientos ubicados en 70 poblaciones del interior procesan aceite de soja, que sirve de base para elaborar biodiesel. El ministro de Producción de Santa Fe, Luis Contigiani, advirtió que la suba del arancel al biodiésel argentino por parte de Estados Unidos pone en riesgo 6 mil puestos de trabajo.
El viernes pasado, nuestro gobierno inició las respectivas comunicaciones con diplomáticos norteamericanos para negociar la decisión de EEUU. Así fue que el Canciller, Jorge Faurie, y el Ministro de Producción, Francisco Cabrera, recibieron en el Palacio San Martín al Encargado de Negocios de los Estados Unidos en nuestro país, Thomas Cooney.
El gobierno argentino de inmediato declaró un rechazo rotundo a la medida arbitraria tomada por la administración Trump. La Cancillería argentina había advertido que evaluará «todas las opciones disponibles» para revertir esa medida. El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto aseguró que la suba de estos aranceles «no se corresponden con ningún tipo de investigación objetiva ni metodología aceptable desde el punto de vista de las normas de la OMC». De allí que la decisión es además arbitraria, con base en los criterios fijados por la OMC, que Estados Unidos alentó como impulsor del libre comercio global.
Cifras que visualizan la importancia del comercio de biodiésel
En los primeros seis meses del año, la Argentina exportó 741.485 toneladas de biodiésel por 543,8 millones de dólares y de ese total, Estados Unidos adquirió 716.485 toneladas, equivalente al 96%. En 2016, las exportaciones de ese combustible a Estados Unidos significaron un ingreso de 1.240 millones de dólares, el 25% del total que la Argentina vende a ese mercado.
Expectativas en el mientras tanto respecto a la Unión Europea
El presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO), Luis Zubizarreta, celebró la eventual reapertura en setiembre próximo del mercado europeo para el biodiésel producido en Argentina. Se trata de un proceso que lleva cuatro años y está todo dado para que el mercado europeo reabra.
El 28 de marzo de 2016, la Organización Mundial de Comercio (OMC) falló a favor de varios reclamos de Argentina contra aranceles antidumping que dispuso la Unión Europea sobre sus importaciones de biodiésel.
El reclamo ante el organismo comenzó a fines de 2013, tras las restricciones comerciales que el bloque le impuso al país, como respuesta a las restricciones a las importaciones que dispuso el por entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, a través de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI). Las exportaciones potenciales a Europa sumarían 1.200 millones de dólares, una cifra similar a las ventas a Estados Unidos.