El conductor y actor Julián Weich habló sobre el estilo de vida que lleva uno de sus cuatro hijos, al que siempre apoyó en sus decisiones.
El conductor Julián Weich (51) tiene cuatros hijos, el tercero de ellos, Jerónimo de 22 años, decidió por un estilo que tiene que ver mucho con el contacto con la naturaleza, lejos de todo lo material y empezar a vivir una vida hippy. Al día de hoy, se gana el dinero haciendo malabares en distintos semáforos en donde le toque estar.
Hace unos tres años atrás con solo 19 años Jerónimo tomo la decisión de enfrentar a sus padres y contarles la decisión que había tomado con respecto al estilo de vida que quería llevar, una vida sin rumbos, una vida de mochilero y así fue que dejó todas las actividades que realizaba en ese momento, facultad, gimnasio, trabajo y hasta el deporte que más le apasionaba: el rugby.
Es difícil de imaginar pero el apoyo incondicional de Weich a su hijo llegó a tal punto de tener que vivir una semana en la calle, compartiendo con su hijo la vida que él hoy elige llevar, Julián dijo: “me fui una semana con él a vivir en la calle en Panamá” desde ese entonces cuenta su experiencia y agrega: “ viví en la calle, sin rumbo, gastando lo menos posible, él hacía malabares en las esquinas y yo pasaba la gorra, viajábamos a dedo, comíamos mango que caían de los árboles, cocinábamos arroz con algunas verduras, mirábamos el precio de cada quinoto que comprábamos, o sea, yo me adapté a la economía de él”.
Weich recuerda que al llegar la noche encontraron un hostel y que él fue directo al lugar para pedir una habitación y cuenta que su hijo le dice “no, debajo de ese techo, la habitación sale doce dólares, bajo el techo sólo cinco, bueno, dormí bajo un techo en medio de una intemperie y así me la pase una semana con él”.
El conductor refleja que, más allá de que él tenía la plata suficiente para poder disfrutar de una mejor estadía y lo que implica dormir bien cómodo, lo más importante para él fue poder adaptarse a su hijo y no de hacerlo todo fácil, de lo cual concluye, que fue más feliz
adaptándose a la vida de su hijo y que esa experiencia le había enseñado que no hace falta tanta cosas para ser feliz y dice “aprendí a ser feliz no por tener sino por no tener, porque les puedo asegurar que en esa semana tuve una conexión con mi hijo mucho mayor a todo los 21 años de padre que tuve con él”.
Redacción FM Samba – Analía Pereira